domingo, 27 de febrero de 2011

Inmersión poética

De la descomunal inmersión poética que he sufrido estos días pasados en Nicaragua, en el VII Festival Internacional de Poesía de Granada, y por encima del fru-fru de tantísimos poetas como han estado presentes en el encuentro, se van decantando ya algunos nombres que quiero tener en cuenta para lecturas algo más atentas. Uno de ellos es el del poeta nicaragüense Carlos Martínez Rivas, a quien, por cierto, se le dedicará el VIII Festival a celebrar en 2012.
Yo no había oído hablar de él antes y fue curioso cómo se fue insinuando poco a poco su nombre. La primera noticia la obtuve en una conversación con Martha Leonor González, poeta y periodista, directora del Suplemento Cultural del diario La Prensa, y su marido el también poeta Juan Sobalvarro. Ambos me indicaron con vehemencia y como en secreto que el mejor poeta de Nicaragua no era Ernesto Cardenal, mucho menos Gioconda Belli. No había duda para ellos de que era Carlos Martínez Rivas. Debía, dijeron, leerlo sin tardar. Asentí algo escéptico, como buen colonialista, pero ya tenía anotado el nombre en mi cuaderno. Días después otro asistente se refirió a él con igual o mayor admiración. Y fue mayúscula mi sorpresa, algo menos escéptica ya, cuando en el acto de clausura del Festival anunció su Presidente Francisco de Asís Fernández que el próximo a celebrar en 2012 se le dedicaría a su memoria. Poco después, ya por último, en una conversación con Juan Carlos Abril en Miami, mientras esperábamos nuestros respectivos vuelos de vuelta a España, salió de nuevo el nombre de Martínez Rivas. Me dijo entonces Juan Carlos que su libro La insurrección solitaria lo consideraba uno de los más importantes en lengua española y tal vez uno de los que más le habían influido a él en su formación poética. ¡Coño!, dije yo ya un poco abrumado, pero quién es este Martínez Rivas.
Carlos Martínez Rivas nació circunstancialmente en Guatemala en 1924 y murió en Managua en 1998. Vivió en Madrid, donde estudió Filosofía, en París, Los Ángeles, de nuevo en Madrid, y en San José de Costa Rica hasta regresar a su país definitivamente tras el triunfo de la revolución sandinista. Arrastró siempre fama de llevar una vida algo rebelde y disoluta y dicen que en Madrid, precisamente, se aficionó a la bebida algo más de lo recomendable. Su obra es exigua. Siendo adolescente publicó un extenso poema, El paraíso recobrado, con el cual obtuvo un rápido reconocimiento y que supuso al parecer uno de los sucesos literarios más importantes de su país, dada la influencia que ha ejercido desde entonces. En 1953 publicó su libro fundamental, La insurrección solitaria, en el que en versos, a decir de Ernesto Cardenal, claros y sencillos, supo transmitir admirablemente la profunda decepción personal que le producía el género humano y la inexorable autodestrución hacia la que se encamina naturalmente. Parece ser que en una última entrevista concedida poco antes de su muerte afirmó que lo que más deseaba era ser olvidado.

Desde luego que con estos datos, Martínez Rivas no puede sino serme muy simpático. Y más tal vez cuando alcanzo a leer ya estos versos suyos que tanto me recuerdan a otro irritado con todos nosotros, austriaco esta vez:

NO

Me presentan mujeres de buen gusto
Y hombres de buen gusto
Y últimos matrimonios de buen gusto
Decoradores bien avenidos viviendo en medio
de un miserable e irreprochable buen gusto
Yo sólo disgusto tengo.

Un excelente disgusto, creo.


Y estos otros también que apuntan hacia una lucidez extrema:

Por más dulce que sea la llegada de los bebés,
¡por el amor de Dios!, si no han de cambiar todo, no sé a qué vienen.


Después de La insurrección solitaria se negó prácticamente a publicar de nuevo, salvo poemas sueltos que fueron recogidos en la edición que hizo la editorial Visor en 1997 y que incluía una introducción de Luis Antonio de Villena. Un ser, pues, desengañado y lúcido, de los que tan poco abundan. Habrá que leerlo, sí, habrá que leerlo con atención...

sábado, 19 de febrero de 2011

More news from Nicaragua


Ayer presentamos aquí el libro de Francisco de Asís Fernández Crimen perfecto. Yo no he visto antes una presentación tan multitudinaria, en años. Podría haber muy bien quinientas personas. Impresiona de verdad la afición a la poesía de estos nicaragüenses. Resultó un acto ameno y distendido sólo alargado un poco precisamente por esa irrefrenable pasión a que me refiero, pues Francisco de Asís leyó tal vez algo más de lo indicado para estos casos. Con mi intervención y luego la de José Luis, no era necesario que se leyeran poemas casi otros cuarenta minutos. Pero, en fin, insisto, les gusta tanto la poesía a estos nicaragüenses...
La sala de la presentación llamada de la estatuaria, es una sala amplísima abierta por todos sus lados, muy fresca, por tanto, y donde se exponen una veintena de ídolos precolombinos de considerables dimensiones. Dicha sala está en el Convento de San Francisco que tiene a su entrada un patio con un impactante y extasiante palmeral, delicioso de veras. Allí, mientras se filtraba por sus hojas un aplastante sol conversé con Marco Martos sobre la influencia arábiga de este patio. Fina observación, desde luego, que me desconcertó, puesto que me fue ingenuamente difícil imaginar mudéjares o moriscos por esta zona. Los españoles, dijo, las trajeron los españoles, refiriéndose a las palmeras. No sé, yo lo dudo, los españoles, salvo la lengua y la cruz, trajeron muy poquitas cosas más a esta zona. No me imagino al teniente Francisco Hérnandez de Córdoba, el fundador de la ciudad de Granada, con unas semillitas en los bolsillos para cultivar el palmeral que le recordara al otro suyo tan lejano, no sé... Eso es cosa de afeminados, y desde luego los españoles no lo eran, desde luego que no. En la arquitectura tal vez sí se pueda percibir esa influencia mudéjar con sus arcadas y columnas, convinimos, pero más bien para no contradecir yo en exceso al Decano de la Facultad de Letras de la Universidad de San Marcos en Perú. Tal vez a eso se refería mi insigne acompañante, no sé...

miércoles, 16 de febrero de 2011

News from Nicaragua

Soy amigo de Tania Claudia Alvarado, Marco Tulio del Arca y Heber Ernesto Sorto de Honduras. Soy amigo de Oswaldo Sauma de Costa Rica. Soy amigo de Horacio Costa, de Brasil, del peruano Marco Martos. Soy amigo de Emilio Coco. De Richard Gwyn, de Gales. Soy amigo de Frank Chipasula, de Malawi. Soy amigo de William Perez Porras y de Mauricio Molina, ambos de Costa Rica. Tambien del guatemalteco Eduardo Villalobos, del egipcio Emad Fouad, a quien felicite por el exito en su pais del levantamiento popular contra Mubarak. Soy amigo de Milagros Teran, Irving Cordero, Madeline Mendieta, Blanca Castejon, de Edwin Illescas, Nicasio Urbina, Gloria Gabuardi, Salomon Alarcon, Gioconda Belli, todos de Nicaragua.
Soy mas amigo de Elena Medel, de Ana Rosetti. Soy un poquito amigo de Hugo Mujica. Tal vez me haga amigo de Ernesto Cardenal, pero eso si lo veo dificil por ahora.
Entretanto he conocido tambien a un vejete que vende bolsas de caramelos de cafe a cincuenta cordobas, a peso el bocado, como dice el, y que me riño porque le di un dolar a un niño que andaba por ahi. No me lo malee, hermano, me dijo, ese niño tiene a su padre y a su madre y yo asenti avergonzado. Entretanto tambien he conocido a Mauricio y a Willy que tienen un puesto de muestra y promocion de San Juan del Sur, la provincia de donde son y que me han encargado que arregle un viaje de Su Alteza Real Don Juan Carlos I de España a la zona, que los visite sin demora y conozca de primera mano la maravilla de su tierra y su enorme potencialidad economica (turistica, artesanal, agricola...). He aceptado el encargo encantado, por supuesto. Todo sera cuestion de agendas, dijimos, y nos hemos emplazado hoy para estudiarlas (las agendas). Todos ellos son, siguio diciendo, indigenas, gente honrada y muy muy trabajadora que necesita todo nuestro apoyo (el de los españoles) para salir de la miseria en que se encuentran. Despues de un buen repaso al papel explotador, expoliador e imperialista que siempre habia jugado España aqui desde El Descubrimiento ("el descubrimiento, mira tu que cosa", tambien dijo), se quejo de que el gobierno nicaraguense tampoco les ayudaba lo necesario, la verdad. Yo respire algo aliviado al oirlo.
Entretanto soy amigo de Carlos Rigby, un nicaraguense negro de la parte atlantica del pais, la colonizada por ingleses que trajeron negros esclavos a esa zona. Rigby es un hiperdotado poeta popular, casado con una vasca y embelesado con la causa etarra (algo compleja, le dije yo, mientras el sonreia).
Entretanto igualmente, sigo siendo amigo de Jose Luis Reina.
Ahora voy a preparar mi lectura de esta tarde en el Carnaval Poetico que hay previsto. Sere Ezra Pound, leere su Canto XLV, el de la usura. Debo buscar una melena roja flamigera y una chaqueta de pana verde. Que se lo imaginen si no las consigo, mejor. Despues del Carnaval otra fiesta y asi siempre...

lunes, 7 de febrero de 2011

Destino próximo


Es curioso que lleve manejando tanto tiempo la antología de los poemas de Ezra Pound publicada por la editorial Visor y que no me hubiese percatado de que su traductor, junto con Ernesto Cardenal, de quien sí conocía, claro, la procedencia, era el también nicaragüense José Coronel Hurtecho. He caído en la cuenta al elegir los libros que me llevaré a Nicaragua la semana próxima. Salmos de Ernesto Cardenal, Las cosas, de George Perec (a algo de Bernhard, no sé), Profanaciones, de Giorgio Agamben. Y la antología de Pound, por supuesto. No sé, me ha llenado de estupor ese coincidencia. Lo cierto es que con este viaje voy a cerrar un pequeño círculo abierto hace muchísimos años, cuando andaba yo embelesado con la revolución sandinista y con los Epigramas de Cardenal, en la misma época en la que Vicente Núñez me recitaba a su modo inimitable el soneto de Darío "Margarita" ("¿Recuerdas que querías ser una Margarita Gautier?...). Ahora me ciñe con más fuerza aún ese país que conoceré por fin dentro de nada. Leo también estos días previos a Gioconda Belli (de quien siempre renegué, la verdad, pero en la que he encontrado ahora versos verdaderamente magníficos) a Claribel Alegría, a Francisco de Asís Fernández, de quien presentaremos allí Crimen perfecto, el libro suyo que acabamos de publicar aquí. Rubén Darío me acompañará igualmente... Y este poema suyo que a Vicente le fascinaba tantísimo:

Margarita

¿Recuerdas que querías ser una Margarita
Gautier? Fijo en mi mente tu extraño rostro está,
cuando cenamos juntos, en la primera cita,
en una noche alegre que nunca volverá

Tus labios escarlatas de púrpura maldita
sorbían el champaña del fino baccarat;
tus dedos deshojaban la blanca margarita,
«Si... no..: si... no...» ¡y sabías que te adoraba ya!

Después ¡oh flor de Histeria! Llorabas y reías;
tus besos y tus lágrimas tuve en mi boca yo;
tus risas, tus fragancias, tus quejas eran mías.

Y en una tarde triste de los más dulces dias,
la Muerte, la celosa, por ver si me querías
¡como a una margarita de amor te deshojó!