sábado, 17 de enero de 2009

John Keats, 27 de octubre de 1818


"En cuanto al carácter poético en sí mismo (me refiero a esa especie de la cual soy un miembro, si es que soy algo; esa especie distinta de la wordsworthiana o egotista sublime: que es algo per se y que existe sola), es algo que no es, que no tiene yo; es todo y nada. No tiene carácter, goza de la luz y de la sombra; vive en lo que le place ya sea recto o vil, alto o bajo, rico o pobre, humilde o elevado. Encuentra tanto deleite en concebir un Iago como un Imogen. Lo que choca al filósofo virtuoso encanta al camaleón poeta. El sabor del lado oscuro de las cosas no ofende su gusto más que el brillante, pues ambos acaban en especulación. Un poeta es lo menos poético de la existencia, ya que carece de identidad desde el momento en que se ve continuamente en la necesidad de ocupar el cuerpo de otro. El sol, la luna, el mar, los hombres y mujeres, todos ellos criaturas de impulso, son poéticos y poseen un atributo inmodificable; el poeta no tiene ninguno, carece de identidad; es seguramente la menos poética de todas las criaturas de Dios. Si el poeta carece entonces de yo y si yo, por mi parte, soy un poeta, ¿qué tiene de asombroso que diga que no he de escribir más?, ¿y si en ese preciso instante yo hubiera estado meditando en los caracteres de Saturno y de Ops? Es triste confesarlo, pero es un hecho cierto que ninguna palabra que yo pronuncie puede ser considerada como una opinión proviniente de mi identidad; ¿cómo podría serlo si carezco de naturaleza? Cuando estoy en un cuarto con gente y dejo de especular sobre creaciones de mi propio cerebro, entonces no soy yo mismo quien regresa a mí, sino que la identidad de cada uno de los del cuarto comienza a presionar tanto sobre mí que en pocos instantes me anonada, y esto no sólo entre hombres, me ocurriría lo mismo en una guardería de niños."

No hay comentarios: