lunes, 25 de enero de 2010

La levedad de José Antonio Padilla (bis)

Hoy han estado el Equipo A de la Poesía en Málaga y varios de sus adláteres acordándose juntos del bueno de José Antonio Padilla. Los ha reunido a todos el C.A.L. en el puerto, en un acto de justicia provocado por el más injusto de los actos que debemos soportar todos, ése de morirse uno con treinta y pocos años sin haber hecho daño a nadie todavía. Porca miseria. Estremecía la fecha del rótulo: 1975-2009, pero el acto ha sido sobrio. Ningún panegírico, ninguna inflamada afirmación, nada de contenidas emociones a punto de explotar, etc., tampoco lúgubre solemnidad o luctuoso envaramiento. Por eso yo creo que a José Antonio no le hubiese importado estar presente, no hubiera sido embarazoso para él acompañarnos, de tan leve como al final ha resultado la reunión. La levedad, como dije ya, e insisto una vez más, era una de las cosas que más pretendió José Antonio en todos los órdenes de su corta existencia. Levedad emocional, levedad literaria como quería Calvino, aunque tal vez sean ambas la misma cosa, no sé. Pero levedad, en cualquier caso, para poder conjurar el plomizo atentado que a veces resulta este no del todo descabellado empeño nuestro de querer seguir viviendo. Por eso digo yo que muy bien podría haber estado él con nosotros. Pero no ha podido ser, se lo ha impedido ese empeño suyo de ahora por conocer a la perfección su admirada "lengua padre".

Yo iba a leer de su libro Noches áticas el poema "Claridad", que dice lo siguiente:

"Ni con la nocturnidad de las olas que llegan muertas a la playa, ni con el temblor de un pájaro enjaulado. Ni con la suficiente forma de un cuerpo que busca otro cuerpo. Ni con el discurso mudo de la rosa ni con la fingida caricia de la luz.
Más allá de cualquier metáfora, fue tu cuerpo desnudo la más hermosa claridad de la noche."

Pero la inapelable ventaja en el orden alfabético de intervención de que disfrutó Jiménez Millán hizo que me pisara el texto. Elegí éste otro del mismo libro titulado "Invierno", tan leopardiano, por cierto:

Este cielo se sale de sus límites.
Este cielo se aísla de sí mismo.
Este cielo que arrasa una tormenta
no quiere ser más cielo.

Miramos tú y yo este cielo
y sabemos que hay algo inesperado,
algo que viene desde la prehistoria
y se presenta a escondidas,
con relámpagos y misterio.

Mirar el cielo y pensar en la muerte,
mientras el viento rompe los cristales
y el amor es un símbolo.

Al final se proyectó un montaje audiovisual con fotografías y textos. Luego ya nos retiramos todos a nuestras cosas. Y a alguno me pareció ver avanzando separado un par de dedos por encima del suelo, como sobrevolándolo. No sé, tal vez sea contagiosa tanta ligereza, sí, tal vez.

2 comentarios:

Chu dijo...

Pues escogísteis, para mi gusto, los dos mejores. Tampoco está nada mal éste: "SITUACIÓN"

Terrible levedad de toda gota
sin tránsito a la nada.

Caer así,
tan clamorosamente.

Y no sentir en la caída
el desgarro del tiempo.

Sirva este comentario, para rendirle mi pequeño homenaje a Jose Antonio, al que no tuve la suerte de conocer.

Francisco Javier Torres dijo...

No está nada mal, en efecto, tampoco esa elección,aunque este libro es todo en general verdaderamente recomendable. Y me agrada bastante, después de todo, aunque esté feo decirlo, haber sido yo quien se lo publicara.