viernes, 15 de junio de 2012

Es desolador...


Esta entrada debería haber sido antes una croniquilla de nuestras peripecias madrileñas en la Feria del Libro. La tengo a medio hacer (como todo en Valencia, ¿verdad, Pepe?). La terminaré, desde luego, y la colgaré para vuestro solaz y mi delectación. Pero antes quiero dejar constancia de mi enorme irritación ante el despropósito que percibo en el periodismo cultural de nuestra ciudad y un poco más allá. La ha provocado un artículo que da noticia de la publicación por esa editorial con nombre de globo terráqueo de una novela  ambientada en Sevilla a finales del siglo XVI. Ya sabéis a qué clase de literatura me refiero. Ocupa hoy casi toda una página del suplemento regional de El País. Y yo me pregunto (con todos mis respetos al duro trabajo realizado "durante años" por el autor de la novela –confiesa él mismo–), cómo un más que presumible montón de mierda en forma de libro puede ocupar tanto espacio en un diario de alcance mientras se ignoran incesante y descaradamente las manifestaciones literarias más genuinas, se obvian de un modo indecente obras de enorme valía que por no tener el respaldo económico necesario no existen sin más. Me pregunto por qué se nos escamotea canallescamente así la bendita posibilidad de elección que deberíamos tener todos nosotros... De pasta, sí, es cuestión de pasta, después de todo, no crean que me chupo el dedo. Pero no deja de ser irritante, mucho, insisto, comprobar que las páginas de cultura de los diarios, y los espacios culturales radiofónicos y televisivos los ocupan siempre los mismos, que en todas y cada una de esas ventanas al publico se asoman siempre los mismos y se dan los mismos productos intragables, es decir, ni humo siquiera, el vacío, la nada de la nada más absoluta. ¿Es que todas, todas ellas están administradas por sumisos ineptos que como el más borrico de los mortales niegan lo que no entienden? Todo indica, desgraciadamente, que así es. Y el panorama en los medios de comunicación de esta capital es más penoso todavía. Mientras todos, todos sin excepción, nos enteramos hace unos días de que Antonio Soler se ha ido a Dublín a celebrar el Bloomsday de pasado mañana, un buen puñado de periodistas culturales pudo saber con la suficiente antelación que ayer se presentó en el Centro Andaluz de las Letras la espléndida (sí, qué pasa) primera novela de Martín Arán Nocturno en el Mery's Bar. ¿Se interesó alguno de ellos? ¿Tuvo curiosidad alguno por averiguar algo sobre el asunto? ¿Informó alguien? Buena parte del colectivo de periodistas culturales de este cortijo malagueño tenía ya el libro en sus manos bastante antes de ayer mismo, incluido el número de teléfono del autor. ¿Lo llamó alguien para ver si había material aprovechable? Tampoco hace falta responder a estas preguntas, claro está, son retórica pura. En cualquier caso, me temo que de haberlo hecho, seguro que se hubiera llevado una indigestión por incapacidad manifiesta de asimilar ciertos argumentos creativos fuera de su alcance. Así que hemos constatado (una vez más) que lo que no sea inane y no venga avalado por un taco de billetes inyectado en forma de anuncios u otras regalías, ya sean políticas o de otra especie, no cuenta. Así que me quejo hoy ya del maltrato institucional mediático alimentado en buena parte por la soberbia de unos cuantos tuertos que disfrutan como gorrinos enfangándose en los lodos de su parcelita de poder, de la miopía, de la estrechez y arbitrariedad de casi todos nuestros periodistas de sobremesa.
Esto no es nuevo. Siempre ha sido así a lo largo de los más de diez años que llevamos publicando libros, siempre nos han tratado igual de mal, y yo que he leído todos los libros que hemos sacado (aunque parezca mentira :-), puedo decir sin temor a errar que hay material ahí para que más de un apuléyico burro literario se domestique adecuadamente. El artículo de hoy no ha hecho más que colmar el vaso. Estoy enojado, así es, y muy cansado. Estoy enojado sobre todo porque cualquiera de los autores a los que hemos publicado merece cuanto menos un poco de cariño y comprensión (mi rendida admiración ya la tienen todos ellos, aunque de poco les sirva) y se empeñan unos cuantos en evitarlo. Es desolador bregar continuamente con tanta ignorancia y tanta mediocridad y tanta mezquindad. Se me pasará el enojo, no obstante, no teman. Mientras tanto, que se jodan...

3 comentarios:

Pepe Cervera dijo...

Ya ves,Paco, querido, que no sólo en Valencia está todo a medio hacer... Como bien dices, que se jodan.

Fernando Mateo dijo...

Venga Paco, anímate... la lástima es la cantidad de gente que se pierde lo bueno... me uno a ese ¡que se jodan!.

Francisco Javier Torres dijo...

Sí, sí, Pepe, así es, todo a medio hacer en este país de arribistas y pringaos que no piensan en otra cosa que en la puta rentabilidad. Necesitamos una BBC ya, un New deal o un Plan Marshall cultural que arrase de una vez por todas con la manifiesta mediocridad de este iletrado páramo nacional, me cachis.
Y tienes toda la razón, Fernando, los verdaderos damnificado por estos idiotas son aquellos a los que se les niega la información. Dudo mucho, desde luego, de que sean capaces de percibirlo con la misma claridad y naturalidad con la que has expuesto tú el problema. En fin, me animo, claro, amigo, de hecho, ya estoy otra vez contentísimo, como debe ser, jejej.