miércoles, 31 de marzo de 2010

La virgen del arte

Hace una semana escasa que se ha instaurado un nuevo icono en la imaginería religiosa malagueña, de tan apabullante presencia estos días en cada rincón de la ciudad. Una nueva imagen valedora a la que dirigir fervores y súplicas o promesas para que ilumine cada uno de los atolondrados escarceos artísticos nuestros, y nos propicie la creación, como los antiguos, en contacto directo con Dios. No es poca cosa. Podemos visitar su capilla, un pequeño oratorio erigido en la calle Duquesa de Parcén, hacia donde deberíamos dirigir más pronto que tarde nuestros muchas veces atrabiliarios pasos. Podemos tratar ahí mismo de disolver esos fantasmas que atormentan casi siempre el exceso de razón creadora, o ensimismarnos, trascendernos, abismarnos, deshacernos de nuestra miserable identidad, para reflexionar sobre ella o la del otro, lo que casi nunca viene mal (con este alevoso propósito están dispuestos los humilladeros, muy pocos, y un mínimo reclinatorio recubierto de crespón negro donde apoyar el devocionario de turno, cualquiera de los que manejemos en ese momento -Adorno, Danto, Brea- delante justo de la Santa proyectada en una inmaculada blancura). Pero, sin dejar de reparar, no obstante, en la corona que adorna su divina cabeza y en sus haces, los cuales nos darán solaz en tan ardua inmersión y nos reconstituirán en caso de extravío, tenemos también la oportunidad de contemplar arrobados el rostro transfigurado de esta nueva Santa en la intimidad de nuestra humilde morada, ya cada vez que nos atormente la terrenal angustia de la sequía creadora, si con ese fin nos hacemos con una de las reproducciones en papel y gran formato de esta arrebatadora Virgen del arte, la misma Irene Andessner gloriosamente travestida de nuevo (antes fue Dietrich, también Mozart), que ha propiciado la Galería JM. Ustedes eligen. En cualquier caso, no dejen pasar esta oportunidad de reiniciar la conexión perdida con el misterio, bien vale eso, aquí o allí, una oracioncita aunque sea corta.

2 comentarios:

Antonio Díaz dijo...

Me ha gustado mucho esta entrada, has conseguido un texto muy inspirador a partir de una exposición que no es espectacular pero sí que da que pensar. Enhorabuena.

Francisco Javier Torres dijo...

Da que pensar, en efecto. En lo de la identidad que indico, al menos, más que nada, según creo. En la nuestra y en la de más allá. Y en estas fechas más todavía. Ahí creo yo que JM se ha apuntado un tanto, de nuevo.
Y añado que el trabajo escenográfico de la artista también me ha resultado deslumbrante. Y no sólo la Virgen se me apareció. Alguna de las imágenes tenían un enternecedor aire a Audrey Hepburn que me fascinó.
Me agrada a mí también que te haya sugerido algo mi comentario, apreciado amigo. Gracias por lel aviso.