lunes, 15 de junio de 2009

Locus amoenus


Estoy leyendo Locus solus, de Raymond Roussel, ese libro que escribió su autor, según Beckett, "dentro de un par de siglos". Y pienso por él en su coetáneo, en mi adorado Marcel Schwob y su El rey de la máscara de oro o El corazón doble. Pienso también en Henry James o en Joseph Conrad. Y me pregunto al mismo tiempo en qué diablos estarían pensando Unamuno, Azorín, Baroja, Miró igualmente. ¿Pudiera ser que fuera Valle el único que se enteró de qué iba el asunto? Bueno, y Ramón Gómez de la Serna. Pocos más después, me parece. Ayala, Benet, Goytisolo... Larrea tal vez también, en otro orden. Max Aub desde luego. Releeré su Jusep Torres Campalans, su broma infinita, sí, ahora que lo recuerdo.

12 comentarios:

Pepe Cervera dijo...

Leí "Locus Solus" hace casi diez años y he de reconocer que es un libro que sorprende, a tener en cuenta, en la línea de lo que años más tarde hizo Giovanni Papini con su "Gog", o también con alguna pintura de Dalí. Roussel era un visionario ¿no crees, amigo Paco?

Francisco Javier Torres dijo...

Surrealista avant la lettre, digresiva, hiperbólica, con un inusitado poder de sugestión formal, lingüística, por no hablar de su poderosísima imaginación narrativa. Seminal, desde luego. Creo, en efecto que es una obra sorprendente, No sé, tal vez exagere, pero la considero única hasta donde ahora mismo alcanza mi memoria literaria. Insisto, en qué diablos estaban pensando sus coetáneos de aquí. Nos llevaría lejos sin duda reflexionar en por qué no pudiera darse por aquí una muestra similar, tan extraordinaria y esencialmente literaria... Esta es ahora mismo la cuestión que me planteo. Y si una noche de verano algún lector (ah, Calvino), pudiera acoplar las piezas hispanas al puzzle que iniciamos, se lo agradecería, claro. Y continúo yo mientras también siguiendo el sendero recomendado por Canterel, siguiendo el rastro de esta obra "que camina bajo nuestro lenguaje", como dice Foucault... Gracias por la visita, Pepe querido.

JUAN FRANCISCO FERRÉ dijo...

Amigo Paco, lo que habría que preguntarse no es sólo por qué los escritores españoles de su tiempo no se enteraron de la existencia de un escritor como Roussel (en Francia, aparte de los surrealistas y Duchamp, tampoco creas que se enteró mucha más gente). En la misma medida en que el surrealismo y el dadaísmo fueron importados y no creados aquí, Jarry y Roussel, dos narradores concatenados, siguen siendo lecturas exquisitas en una cultura como la nuestra (ni Ramón ni Valle se enteraron de nada de esto, por no hablar de los supuestos modernos de la generación orteguiana).
Lo que habría que preguntarse también es por qué has tardado tanto en descubrirlo. Yo, por ejemplo, lo hice en la primavera del 86, leyendo a Robbe-Grillet, uno de sus mejores lectores, y, en especial, su manifiesto Por una nueva novela, donde le dedica un capítulo imprescindible en la definición de una nueva manera narrativa, que a pesar de todo tampoco caló aquí con mucho éxito. El libro de Foucault sobre Roussel y el texto póstumo de éste sobre sus procedimientos de escritura acompañó durante parte del verano todas mis lecturas de su obra, no sólo Locus Solus (¿Lugar único?) en la traducción de José Escué para Barral, sino ya en francés Impressions d´Afrique, que es anterior (Locus, 1914/Impressions 1910). Y te puedo asegurar que esa vertiente de la narrativa fundada en los juegos lingüísticos y en los de la imaginación me marcó como lector y como escritor, del mismo modo que marcó toda una tradición que incluye a Perec y Queneau en Francia y a Julián Ríos en España (no a Goytisolo, otra tradición). Ríos, por cierto, escribió un temprano ensayo sobre Roussel que publicó Octavio Paz en la revista Vuelta con ocasión del centenario de su nacimiento. Vila-Matas, por otra parte, es otro gran lector de Roussel y sus seguidores franceses. Así que, como puedes ver, la miopía de los años treinta ha sido reparada por diversos autores de las generaciones posteriores. Lástima, sin embargo, que la mayoría de los lectores sigan desconociendo su importancia y originalidad. Te recomiendo zambullirte en cuanto termines la lectura de Locus en la de Impressions (fue editado por Siruela en los ochenta, no sé si ahora estará descatalogado). Los juegos de palabras de Roussel son el carburante oculto de sus endiablados mecanismos narrativos (sus poemas, en cambio, me fascinan mucho menos)...

POSTDATA: Sólo por este post postinero te has merecido ser incluido en el (selecto) listado de blogs recomendados de La vuelta al mundo. Si no lo había hecho antes es por creerlo entregado a los asuntos baladíes de la poesía. Ahora, gracias a Roussel, te has vuelto recomendable (jejejejeje)...

JUAN FRANCISCO FERRÉ dijo...

Una reflexión más sobre Roussel. No, su literatura no tiene mucho que ver con la de Marcel Schwob como tampoco con la de Papini, a pesar de todo. Aunque éstos dos se comuniquen, con o sin el cortocircuito de Borges, a través de unos postulados estéticos bastante afines. Roussel tiene su antecedente más claro, como digo, en el patafísico Alfred Jarry: sobre todo el Jarry de El Supermacho y Las invenciones del doctor Faustroll, pero también en alguno de los Ubú. Schwob, Papini y Borges representan otra tradición, igualmente válida, sin duda, y admirable, pero menos inventiva y delirante. Borges tampoco se enteró de la existencia de Roussel. Ya se sabe que, en general, despreciaba todo lo que procedía del entorno del surrealismo. El propio Bioy Casares, que oyó el canto de sirena del surrealismo y estuvo a punto de marcharse a París a su encuentro si Borges no hubiera intervenido a tiempo para convencerlo de su error, rindió a Roussel, tal como lo veo, el más críptico de los homenajes en su maravillosa La invención de Morel, una cuadratura clásica, hasta cierto punto, de las máquinas imaginarias y las maquinaciones alucinantes de Roussel. Toda una literatura del lenguaje y la imaginación moderna…

El problema de Ramón Gómez de la Serna, a pesar de lo que podamos admirar en él, es que veía la modernidad con algún desfase, con retraso, vamos, y si nos fijamos bien veremos que sus amistades parisinas, sus confidentes estéticos, por así decir, no eran ni los mejor informados ni los más fiables en materia artística…

JUAN FRANCISCO FERRÉ dijo...

Se me pasaba un detalle, hablando de cuadraturas:

No es casual que Alain resnais adaptara esa obra de Bioy en El año pasado en Marienbad a partir del asombroso guión de Robbe-Grillet. Otro homenaje al cuadrado a Roussel: Robbe mostrando la armazón rousseliana de la fábula de Bioy en un guión para una película en que la cámara era el artilugio clave...

Francisco Javier Torres dijo...

Cuando me he referido a estos escritores hispanos, mi querido Juan, no lo he hecho pensando en inscribirlos en una línea creativa más o menos plausible que iniciaría Rousell. En la suerte, por tanto, de la recepción de esta obra aquí en casa. No es eso exactamente lo que estaba pensando, no, aunque desde luego, una cosa lleve a la otra. Más bien, y ante el apabullante ejercicio literario del franchute, formal e imaginativo, donde el descaro creativo, artístico, de su afán narrativo, tan notorio, es, a mi modo de ver, un fin en sí mismo y no un medio, me lamentaba yo de lo tristón y compungido de nuestros autores de esa época (y de tantas más, dicho sea de paso). Por eso Ramón, con su derroche imaginativo, casi insular aquí, me parece homologable, lo mismo que Max Aub, por supuesto, en el caso citado.
Y es, claro, muy ajustada, tu apreciación sobre Schwob, mi adorado Schwob, insisto. No son del mismo ámbito, claro que no, pero ambos escriben lo que les sale de los ovarios y eso, a mi modo de ver también, los une sin lugar a dudas.

Mi quejumbrosa reflexioncita, pues, trata de encontrar algo en la literatura española que se le parezca, más que por tradición, por intención, aunque fuese de manera intuitiva. Y es difícil por lo que veo (quién mejor que tú para corroborarlo). ¡Debemos avanzar nada menos que hasta Julián Ríos aquí para encontrarlo!, para hallar un escritor que sea capaz de derrochar inventiva, y loco por encontrar otros procedimientos para hacer "sus" cosas. Sí, “Lugar único”, ay, éste que he encontrado. Deberías habérmelo mostrado tú antes, ya que tan bién lo conocías. Pero no te guardo rencor, no, (je, je) ya sabes que los claros de la selva, los oasis o las shangrilas maravillosas se aprecian mucho más cuando llega a ellos uno mismo por sus propios medios, sin cartografía, sin planos que te faciliten el camino. Eso creo al menos.

Vila Matas, por quien lo conocí, por cierto, cuando leí su entusiasmado y entusiasmante artículo de hace unos meses, dice de nuestro autor que “jamás le llegó algo desde fuera, jamás el exterior hizo mella en el paisaje interior de su cráneo”. Y, claro, como tengo perdido el sentido yo desde hace tiempo con Bernhard, a quien le pasa exactamente lo mismo, me rendí inmediatamente a su propuesta.

Y, por cierto, no sé yo si alegrarme de pertenecer a un club que acepta, etc… Bueno, sin bromas, te agradezco el enlace. Y tu visita, claro, que ha dado lustre a estas paridillas mías.

Francisco Javier Torres dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Francisco Javier Torres dijo...

Por cierto, mira por donde nosotros recordando a Ramón y hoy, precisamente hoy, es su cumpleaños. ¡Qué maravilla!

http://www.hoyesarte.com/index.php?option=com_content&view=article&id=2407:en-homenaje-a-ramon-gomez-de-la-serna&catid=118:manuel-anton&Itemid=423

JUAN FRANCISCO FERRÉ dijo...

Tienes razón, es tan tristona la literatura española posterior al barroco que para escapar de ella, durante la carrera, me refugiaba en la lectura de estos o parecidos autores a los que, desde luego, debo más como escritor que a la tradición mustia de nuestros clásicos del veinte (con excepción de Valle y Ramón, santos patrones de mi biblioteca). Con todo, la greguería de Ramón tiene algo del brillo lingüístico del que hablamos, pero carecía de invención narrativa. Lo de Roussel, como Jarry, es único en cualquier literatura. En Francia de todos modos hasta Perec no hubo un escritor que tomara nota rigurosa de su estética. Y nuestro Ríos es su estricto contemporáneo, y por fortuna más longevo. En Estados Unidos estaría Harry Mathews, miembro del OULIPO y amigo de Perec. Sin Roussel no habría Duchamp, que lo sepa nuestro amigo Montano, sus juegos de palabras vienen de él, así como su regusto en las máquinas artísticas construidas sobre soportes conceptuales y/o verbales.
Sí, creo haberte hablado varias veces de Roussel en el pasado, porque está entre mis pasiones más acendradas, el problema es que hasta que no te has vuelto un descreído de la lírica no te has acercado a la narrativa con una percepción más abierta. Te diré de todos modos algo que puede sonar a pedantería pero no lo es: leí Locus Solus en español la primera vez en la magnífica traducción de Escué (traductor tambien de esa maravilla que es La ribera de las Sirtes de Gracq) y luego en la versión original, la edición de Gallimard del año 65, en la famosa colección L´Imaginaire, y no hay color, lo siento. Toda esa latencia de palabras, esa intuición de mecanismos verbales subyacentes a las frases y las construcciones narrativas de Roussel, que es uno de sus placeres principales, desaparece en la traducción. Por eso apenas se anima nadie a traducir sus poemas, aún más arraigados en los juegos de palabras...
Diga lo que digan algunos fans, Bernhard no nace de la nada: viene de Beckett, sobre todo, y, por tanto, del fraseo joyciano, y también de un cierto Kafka...
Siento lo de las malas compañías, ya me dirás quién...

JUAN FRANCISCO FERRÉ dijo...

Sí, el cumpleaños de Ramón. En su homenaje podría citar aquello de aquella greguería sobre o contra el tiempo: "el minotauro del minutero"...

Y también es el cumpleaños de Kafka, no te olvides, celebrado en mi blog con amor propio...

Francisco Javier Torres dijo...

Gracias mil por el recordatorio de Kafka, leeré lo tuyo y algo suyo inmediatamente en su honor, claro que sí. En la colonia penitenciaria, por ejemplo, donde hay maquinitas también, ya que estamos (je, je).
Sobre tu posible pedantería, te diré que no es tal, que comprendo esa sensación, ya que, sabiendo cómo se las gasta Rousell, en la traducción, que no es mala, de Marcelo Cohen la que manejo, tienes la certeza absoluta de que algo falta. En fin, la traducción, otro de esos grandes "poblemas".
Ah, y quisira precisar que no es que descrea de la poesía, así, en general, (que parece más bien apostasía), el fenómeno creativo me sigue interesando enormenmente, eso debe quedar claro. Sólo que me cansa mucho ya la vacuidad de tantos y tantos poetas mediocres a los que he leído. Me he vuelto muy exigente, eso es todo (casi nada, vamos).
Y no recuerdo, ay, tu referencia a Rousell. La de Gracq sí, El mar de las Sirtes, curiosamente en mi edición del mismo traductor. La gran novela simbolista, me decías entonces, mucho ya, leche. Bueno, me lo perdí entonces, pero, como dije refiriéndome a Bernhard, qué importa, ya estoy en la metrópoli. Besos

Chu dijo...

¿Me lo prestas?