martes, 7 de abril de 2009

El imitador de voces


Escribe Bernhard, en El imitador de voces:

"En la biblioteca de la Universidad de Salzburgo, el bibliotecario se ha ahorcado de la gran araña de la gran sala de lectura porque, como escribe en una nota que ha dejado, de pronto, después de veintidós años de servicios, no podía soportar ya ordenar libros y prestar libros que sólo habían sido escritos para causar desgracias, con lo que se refería a todos los libros jamás escritos. Eso me ha recordado al hermano de mi abuelo, que era guarda de monte en Altentann, junto a Henndorf, y se dio un tiro en la cumbre del Zifanken porque no podía soportar más la desgracia humana. También él dejó esa conclusión suya en una nota."

De este extensísimo microrrelato de Bernhard habrá que llamar la atención, para que se entienda su igualmente extensísima ironía, sobre "la gran araña de la gran sala de lectura de la Universidad de Salzburgo", sobre la acotación temporal "de pronto", sobre "el hermano de mi abuelo", cómo no, ese personaje trágico guarda de monte que se pegó un tiro. Pero sobre todo, sobre todo, habrá que reparar en la conclusión final del texto con su adverbio afirmativo al frente, sugiriéndonos, brutalmente, así siempre Bernhard, que no hay que ser muy listo, no, para llegar a ciertos puntos coincidentes.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Y qué me dices de "suya", no te parece la gran ironía del texto tan magníficamente elegido por ti?

Josedu

Francisco Javier Torres dijo...

Desde luego, desde luego, ahí está la clave, en esa "conclusión suya", como digo. Ah, y los topónimos son también de aúpa. ¡Cómo tiñen de razón todo el textículo esas grotescas concreciones!

Y he aquí otra deleitosa perlita, del mismo libro:

"Una, así llamada, Asociación de música de cámara, conocida por tocar sólo música antigua en instrumentos antiguos originales, y que sólo incluye en su programa a Rossini, Frescobaldi, Vivaldi y Pergolesi, tocó en un viejo castillo del Attersee y tuvo el mayor éxito de su vida. Los aplausos no terminaron hasta que a la Asociación de música de cámara no le quedó una sola propina en el programa. Sólo al día siguiente supieron los músicos que habían tocado en un establecimiento para sordomudos."

¡¡Imbéciles!!

Francisco Javier Torres dijo...

Desde luego, desde luego, ahí está la clave, en esa "conclusión suya", como digo. Ah, y los topónimos son también de aúpa. ¡Cómo tiñen de razón todo el textículo esas grotescas concreciones!

Y he aquí otra deleitosa perlita, del mismo libro:

"Una, así llamada, Asociación de música de cámara, conocida por tocar sólo música antigua en instrumentos antiguos originales, y que sólo incluye en su programa a Rossini, Frescobaldi, Vivaldi y Pergolesi, tocó en un viejo castillo del Attersee y tuvo el mayor éxito de su vida. Los aplausos no terminaron hasta que a la Asociación de música de cámara no le quedó una sola propina en el programa. Sólo al día siguiente supieron los músicos que habían tocado en un establecimiento para sordomudos."

¡¡Imbéciles!!

Pablo Rodríguez Burón dijo...

qué ganas tengo de leerme a Bernhard... ¿Por dónde me recomendarías empezar? un abrazo

Francisco Javier Torres dijo...

Este mismo libro, El imitador de voces, es, apreciado amigo, una deliciosa, divertida y corrosiva entrada al mundo Bernhardiano, a mi modo de ver. Después, y previamente a haberle tomado su pulso en vivo en "Thomas Bernhard, un encuentro", un librito de conversaciones con Krista Fleischmann, podemos atacar cumbres más escarpadas. Su biografía, en cuatro tomitos, dicen los expertos que es lo mejor que ha escrito. Y luego tal vez el asalto a la cumbre, a Corrección. Aunque puedes hacerlo al revés, como yo mismo hice: ataqué novato el Everest, y luego ya todo fueron incomparables paseos por valles repletos de una flora única, eso sí, te lo aseguro. Que te aproveche, sea como sea que lo abordes. Un abrazo.

Rafael Caunedo dijo...

...yo no conocía a Bernhard hasta que un día, en la peluquería de toda la vida, me dio por hojear el TELVA. Allí lei una entrevista a un personaje peculiar. Acababa de morir. Me compré "El malogrado" al salir sin saber lo que hacía. Ese fue el principio de mi relación con él. Corría el año 89. He leido todo lo de él, he visto las obras que he podido, llegue a escribirme un par de veces con Miguel Saénz, su biógrafo y traductor indispensable, y ahora estoy en plena creación de una novela en la que Bernhard (o alguien como él) sobrevuela permanentemente...

....y todo se lo digo a LEO MARES, que pregunta por dónde empezar. Cuidado con Bernhard, es adictivo y obsesivo...


Para ti, F J Torres, "Corrección" es la cumbre... Yo sin duda, eligiría EXTINCION...

El único problema que tienen los libros de Bernhard es que se acaban y después ya no queda nada...

Rafael Caunedo

Francisco Javier Torres dijo...

¡Genial lo del TELVA!, amigo R.C., ¡absolutamente genial! Muy bernhardiano.
Lo que yo creo que hay que agradecerle a Bernhard es que con su lectura se abre de tal manera el horizonte literario del lector que ya nada, ninguna lectura es la misma después de haberlo probado. Para bien y para mal. O lo amas o lo detestas (que también hay quien lo hace). Yo creo firmemente que un ejercicio literario de ese calibre no tiene parangón en las letras universales modernas. Tal vez exagere, pero no me importa. Ni Faulkner, ni Joyce, Beckett tal vez, ni Robbe-Grillet, desde luego, no sé. Leí Corrección y caí rendido ante el maëlstrom formal de su escritura. Y luego, claro está, la impresionante corrosión de todas las convenciones habidas y por haber.
Y recojo tu recomendación, pues Extinción no la he leído. Me aplicaré a ello, no me cabe duda de que estarás en lo cierto, después de echarle un ojo a tus monogámicas preferencias literarias (je, je).
Y ya que estamos con deslumbramientos, me permito apuntaros otro reciente: J.G. Ballard. Bernhard es la forma, Ballard la imaginación. Pareja de ases indiscutibles.

Rafael Caunedo dijo...

...tendré que volver a aquella peluquería para encontrar otro tesoro como el que ocultaba aquel TELVA...

...hasta entonces echaré un ojo a tu recomendación, J.G. Ballard, del que no he leido nada...

Ya te contaré.

Un saludo
Rafael Caunedo.

Francisco Javier Torres dijo...

"Fiebre de guerra" está asequible en la ed.Berenice. Casi todo lo demás está en Minotauro. Pero Fiebre de guerra es un riquísimo compendio de todo lo que Ballard puede dar de sí, que no es poco, te lo aseguro. Mitos del futuro próximo o La exhibición de atrocidades son un verdadero gozo literario de desbordante, turbadora e inteligentísima imaginación. Hasta Borges, que ya es decir, podría enrojecer de envidia (a veces, sólo a veces ¿eh? je, je). No te defraudará tampoco.Un saludo