domingo, 8 de abril de 2012

Lost i-phone









Eduardo, estoy seguro, tuvo que hacer esa llamada mientras

lo esperábamos. Tenía que fallar para eso su Seat Altea,

seven years old pero todavía en buen estado,

decidir no arrancar exactamente entonces,

en ese fatídico instante previo a la llamada en que me lo anunció,

para que pudiera yo ver por última vez mi adorado i-phone 4S.

Estoy seguro de que tenía que ser así

por lo mismo que fue irremediable pensar en acercarnos a San Roque

y no quedarnos en El Trasmallo toda la tarde.

O ir a Torreguadiaro tal y como decidimos un mes antes

para pasar los días de fiesta de la Semana Santa,

que este año cayó

diecisiete días después de que cobrara mi paga extra

y pudiera cumplir el deseo largo tiempo acariciado

de tener mi i-phone 4S a buen precio.

Porque mi trabajo es una mierda pero tiene muchas pagas extras.

¿Por qué aceptaría yo este trabajo de mierda

si lo que quería de verdad era ser revolucionario?

De haberlo sido en serio seguro que no hubiera deseado tanto tener un i-phone 4S.

Ah, si hubiera sobrevivido el Ché,

o si Julian Assange se hubiera comportado como debía,

o si hubiera estado yo en Nicaragua a principios de los 90…

Hubiese vuelto, claro,

pero convertido en alguien que no desea de esta manera un i-phone 4S.

A lo mejor no habría Semana Santa incluso si hubiera triunfado el Ché,

y yo no hubiese ido a Torreguadiaro

a pasar los días de fiesta con mi amigo Eduardo

y a gastarme gran parte de mi paga extra.

Tampoco me hubiese puesto esa rebequita marrón tan mona

que me regaló Carmela el día de san Francisco Javier

en la que guardé mi i-phone 4S muy poco antes de la tragedia.

Y tal vez no estaría sufriendo ahora tanto.

Mi tristeza es enorme, de ex revolucionario.

Para consolarme conecto a veces este nuevo Samsung Galaxy Ace S5830,

pero no es lo mismo,

porque sé que no le llega al i-phone 4S ni a la suela de sus zapatos.

2 comentarios:

J. A. Montano dijo...

Dos noticias, una buena y otra mala:

1) La mala, que has llegado tarde a la nocilla.

2) La buena que, a diferencia de los nocillas, has venido para quedarte.

Francisco Javier Torres dijo...

Vaya, no tenía idea yo de que pudiera tomarse por nocillesco mi dolor :-). Y por otra parte, quedarme, quedarme, lo que se dice quedarme, no sé, la verdad, fíjate tú que es el primer poema que escribo en casi cuatro años, si hay que esperar otros tantos para el siguiente mejor nos vamos, jeje. Tío, ¿por dónde andas? Tendríamos que echar un ratito, ¿no?