martes, 6 de septiembre de 2011

Rafael Barret y su Historia de la humanidad


Dice Iván Lissorgues que en Asombro y búsqueda de Rafael Barret, el libro que Gregorio Morán escribió sobre este ignoto escritor hispano/paraguayo de finales del siglo XIX fascinado un buen día, casi casualmente, por el modo de pensar y la manera de escribir de esa borrosa figura, se coloca a Barret en una asombrosa constelación de referencias culturales y literarias, para que se cumpla, póstumo, su sueño: "transformar su obra en un ejercicio de honestidad y compromiso, para llegar con el tiempo a convertirse en uno de los escritores más coherentes de un periodo dominado por los hipócritas de la vida y la literatura". Y dice Lissorgues que apostilla Morán: "hay demasiada humanidad y cultura en Barret para que el esquema canónico del escritor hispano pudiera admitirle". Desde luego, a mí eso de "demasiada humanidad" me ha impresionado. Y su azarosa vida me ha recordado de paso a Alejandro Sawa, ese otro personaje intempestivo y difuso de nuestra literatura finisecular. Lo del "periodo dominado por los hipócritas de la vida y la literatura", también me ha impresionado, claro, aunque un poco menos ya si comparamos, etc...
Por lo pronto, el texto que dice Iván Lissorgues que provocó en Morán el deslumbramiento iniciático por este ignoto escritor no tiene desperdicio. Es una historia de la humanidad en veinticinco líneas poco más o menos:

"Mientras no poseí más que mi catre y mis libros fui feliz. Ahora poseo nueve gallinas y un gallo, y mi alma está perturbada.
La propiedad me ha hecho cruel. Siempre que compraba una gallina la ataba dos días a un árbol, para imponerle mi domicilio, destruyendo en su memoria frágil el amor a su antigua residencia. Remendé el cerco de mi patio, con el fin de evitar la evasión de mis aves, y la invasión de zorros de cuatro y dos pies. Me aislé, fortifiqué la frontera, tracé una línea diabólica entre mi prójimo y yo. Dividí la humanidad en dos categorías; yo, dueño de mis gallinas, y los demás que podían quitármelas. Definí el delito. El mundo se llenó para mí de presuntos ladrones, y por primera vez lancé del otro lado del cerco una mirada hostil.
Mi gallo era demasiado joven. El gallo del vecino saltó el cerco y se puso a hacer la corte a mis gallinas y a amargar la existencia de mi gallo. Despedí a pedradas al intruso, pero saltaban el cerco y aovaron en casa del vecino. Reclamé los huevos y mi vecino me aborreció. Desde entonces vi su cara sobre el cerco, su mirada inquisidora y hostil, idéntica a la mía. Sus pollos pasaban el cerco, y devoraban el maíz mojado que consagraba a los míos. Los pollos ajenos me parecían criminales. Los perseguí, y cegado por la rabia maté a uno. El vecino atribuyó una importancia enorme al atentado. No quiso aceptar una indemnización pecuniaria. Retiró gravemente el cadáver de su pollo, y en lugar de comérselo, se lo mostró a sus amigos, con lo que empezó a circular por el pueblo la leyenda de mi brutalidad imperialista. Tuve que reforzar el cerco, aumentar la vigilancia, elevar, en una palabra, mi presupuesto de guerra. El vecino dispone de un perro decidido a todo; yo pienso adquirir un revólver."

Qué lejos estamos ya de la "honestidad" y del "compromiso", qué desangelados, qué naif nos parecen hoy estos atributos... Tal vez no se pueda por ahí recuperar a Barret, tal vez no... Quedémonos entonces con su lucidez y su capacidad de síntesis para poder reducir el mundo que habitamos hoy a esas dos categorías rabiosamente vigentes que propone el paraguayo: "yo, dueño de mis gallinas, y los demás que podían quitármelas."



2 comentarios:

hombredebarro dijo...

La obra de Rafael Barret es incendiaria y tiene una vigencia absoluta. En el 2003 Santiago Alba Rico hizo una selección de sus textos bajo el título "a partir de ahora el combate será libre", editada por La dinamo libros, donde se incluye ese texto que mencionas, titulado Gallinas. Me alegro de que lo traigas a colación porque el autor se merece más difusión de la que tiene.
Un saludo.

Francisco Javier Torres dijo...

La verdad es que yo no conocía a Barret, pero solo ya este textículo y lo que he podido saber del personaje me lo hacen digno de la mayor atención, desde luego que sí. Rebuscaré por ahí, a ver si pillo algo más. Gracias por la indicación. Saludos.