lunes, 13 de diciembre de 2010

Ezra Pound, el loco del pelo rojo I

He sentido siempre una extraña fascinación por Ezra Pound. Desde que supe de él hace muchos años por la dedicatoria que Eliot le hizo de su poema La tierra baldía, desde que conocí poco después su impagable responsabilidad en el aspecto final de esa obra crucial en la Literatura contemporánea, he sentido por Pound, ese miglior fabbro de la dedicatoria, una fascinación que ha disminuido poco en todos estos años. Con Ezra Pound, calificado muchas veces como poeta críptico y complejo, yo creo que se da el caso de que casi todo el mundo lo conoce pero pocos lo han leído. Dicen muchos de estos últimos, los mejores tal vez, que es un poeta más de ejercer influencia que de imponer su propia obra. Y puede que no les falte razón. Incluso Eliot llegó a decir que cuando más satisfecho se sentía de sus propios poemas, no podía evitar reconocer siempre ahí el eco del maestro.

Pero no sólo Eliot experimentó de primera mano su endiablada influencia. También Yeats, de quien fue secretario al llegar a U.K., o Windham Lewis o Robert Frost… A James Joyce, de cuyo genio estaba convencido mucho antes de que lo conociera nadie, le propició la publicación de sus primeras obras y de su Ulises, sólo con lo cual ya le hubiera bastado desde luego para ganarse un sitio de privilegio en la Historia de la Literatura Universal. Según cuentan, fue impulsor de más de cincuenta revistas lierarias de la época. Dio a conocer además a William Carlos William, Rabindranat Tagore, Marianne Moore… Se marchó de EE.UU. en 1912, y paseándose por Londres por esa época de efervescencia, con aspecto extravagante y provocador, con aros turcos en las orejas, roja melena flamígera y chaqueta de pana verde, se le ocurrió fundar el Vorticismo y participar muy activamente en el Imaginismo, dos de los movimientos vanguardistas más beligerantes con la anquilosada y bobalicona poesía imperante, y precursores ambos en gran medida con los juegos tipográficos de sus publicaciones, de lo que dio de sí después el diseño gráfico. En su época parisina fue amigo de Marcel Duchamp, de Tristan Tzara, de Fernand Leger, de Ernest Hemingway, de Gertrude Stein…

Teorizó y configuró y propulsó el uso del verso libre, el mejor verso libre, tal y como lo conocemos hoy, introdujo en el espectro poético lo cotidiano y las cosas sencillas y naturales, algo que ahora tal vez no nos sorprenda demasiado pero que supuso una verdadera revolución en su día, sólo tenemos que pensar en Eliot de nuevo y comprobar todo lo que organizó con sus gatos, sus señoritas y su té de las cinco. De él venían esos aires, lo mismo que la ya tan asumida difuminación de las fronteras entre la poesía y la prosa.

Tenía Pound una cultura enciclopédica. Dominaba varios idiomas, entre ellos el chino, el japonés o el árabe, lo que le permitió introducir además en nuestra cultura occidental lo mejor de la literatura oriental. Tradujo y dio a conocer también, y sabía más de ellos que los propios italianos, a los poetas de la lírica provenzal, cuya lengua consideraba la lengua poética por excelencia y en la cual llego a escribir él mismo alguno de sus poemas. Y fue pionero también en utilizar citas en otras lenguas dentro de sus propios poemas, alegando que lo que ya había sido escrito de manera precisa en una lengua no necesitaba de su traducción a otra, actitud que tal vez tampoco debe sonarnos demasiado extraña después de tantos años de que fuera puesta en práctica.

Dicen también que una de sus mayores obsesiones era enseñar a todos los escritores a escribir buscando siempre el más alto grado de perfección de manera que a través de ellos el nivel cultural y la sensibilidad de todos los pobladores de este planeta se elevara hasta conseguir una sociedad de hombres sabios y capaces, capaces de entenderse con él, según las malas lenguas, ya que no podía evitar considerarse intelectualmente muy por encima de todos. Pero esto no impedía que se preocupara hasta la extenuación por todos los artistas que le rodeaban, ya fueran genios o geniecillos en ciernes. Los recomendaba siempre, les sufragaba ediciones de sus obras, organizaba exposiciones para los pintores o conciertos para los músicos que el creía dignos de atención, incluso pagaba, dicen, no sé, muchas de sus facturas a los más necesitados, los asistía cuando estaban enfermos y los acompañaba en su entierro.

Precisamente este desvelo por sus semejantes y ese desprendimiento económico que se le atribuye tenían mucho que ver con sus teorías sobre la usura que él consideraba triunfante en la sociedad occidental y la razón de todos sus males, la que daría finalmente al traste con ella si no se le imponía freno. Ya hemos visto que no, que sigue tan campante. Pero el interés por la Economía fue otra de las obsesiones de Pound, sino la mayor, sí desde luego al mismo nivel que sus intereses artísticos, y sus teorías sobre ella serían al cabo las que provocaron la caída en desgracia y probablemente el silenciamiento y la tragedia en la que se convirtió la existencia de una de las mayores figuras humanas y literarias del pasado siglo XX después de la Segunda Guerra Mundial.

En el canto XLV de su obra fundamental Los cantos, lleva a cabo Pound (el señor Libra, paradójicamente) un prodigioso alegato contra la usura:


CON USURA

Con usura ningún hombre tiene una casa de buena piedra

Cada bloque pulido bien encajado

Para que el dibujo pueda cubrir su cara,

Con usura

Ningún hombre tiene un paraíso pintado en la pared de su iglesia

harpes et lutes

donde virgen reciba mensaje

y halo se proyecte de la incisión,

con usura

ningún hombre ve a Gonzaga sus herederos y sus concubinas

ninguna pintura es hecha para durar ni para vivir con ella

sino que es hecha para vender y vender pronto

con usura, pecado contra natura,

tu pan es cada vez más de trapos viejos

seco es tu pan como papel,

sin trigo de montaña ni harina fuerte

con usura la línea se hace gruesa

con usura no hay clara demarcaciónn

y ningún hombre puede hallar sitio para su morada.

El tallador de piedra es alejado de su piedra,

El tejedor alejado de su telar

CON USURA

No viene lana al mercado

La oveja no da ganancia con la usura

La usura es una morriña, la usura

mella la aguja en la mano de la doncella

y detiene la habilidad de la hilandera. Pietro Lombardo

no vino por usura

Duccio no vino por usura

Ni Pier Della Francesca; Zuan Bellin no por usura

ni fue “La Calumnia” pintada.

No vino por usura Angélico; no vino Ambrogio Praedis,

No vino ninguna iglesia de piedra pulida firmada:

Adamo me fecit

No por usura St. Trophine

No por usura Saint Hilaire,

La usura ensarra el cincel

Ensarra el arte y el artesano

Roe el hilo en la rueca

Ninguna aprende a bordar oro en su bastidor;

El azur tiene un chancro por la usura; el cramoisi está sin bordar

La esmeralda no encuentra su Henling

La usura asesina al niño en el vientre

Impide el galantear del muchacho

Ha traído parálisis al lecho, yace

entre la novia y el esposo

CONTRA NATURA

Han traído putas a Eleusis

Cadáveres se han sentado al banquete

invitados por la usura.


Yo considero desde luego a Ezra Pound un ser admirable, no sólo literariamente, y ello pese a la antipática carga ideológica que se le ha endosado, de la cual hablaremos próximamente.

No hay comentarios: